Si el acuerdo desaparece, las firmas estadounidenses que venden a México enfrentarían aranceles más altos que las mexicanas que venden a EU, según un análisis de la Reserva Federal de Nueva York.
Las empresas estadounidenses que exportan a México se verían afectadas si el gobierno de Donald Trump desecha el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Ese es el mensaje del lunes en una entrada en el blog de la Reserva Federal de Nueva York.
Es uno de los signos más claros de la resistencia del gobierno federal a desechar el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá desde que el presidente republicano asumió el cargo.
Trump calificó al TLCAN como un “acuerdo unilateral” en enero, argumentando que México ha cosechado todos los beneficios, mientras que Estados Unidos solo ha perdido empleos y empresas.
Sin nombrar a Trump, la Fed de Nueva York lanzó un golpe sutil a sus amenazas de retirarse potencialmente del acuerdo, una visión que todavía está publicada en el sitio web de la Casa Blanca, aunque últimamente la retórica del gobierno se ha vuelto más suave.
“A menudo olvidados en el debate sobre el TLCAN están los beneficios para las empresas estadounidenses”, escribieron las autoras: Mary Amiti, una investigadora de la Fed de Nueva York, y Caroline Freund, investigadora senior del Peterson Institute for International Economics.
Advierten que las compañías estadounidenses que venden a México enfrentarían aranceles, o impuestos, mucho más altos que las compañías mexicanas que venden a Estados Unidos si el acuerdo desaparece.
Actualmente, los productos fluyen libres de impuestos a través de las fronteras de Estados Unidos, México y Canadá, un producto clave del TLCAN, que ha convertido a Norteamérica en un poderoso bloque comercial.
Pero sin el tratado podría resultar costoso exportar.
México aplica un arancel promedio del 7.4% sobre las importaciones procedentes de países que no forman parte de un acuerdo comercial. El arancel promedio que Estados Unidos cobra a los países con los que no tiene un acuerdo comercial es de 3.7%.
Por lo tanto, las empresas estadounidenses podrían estar pagando el doble que las empresas mexicanas por exportar a través de la frontera. Es un recordatorio de que, cuando el TLCAN fue promulgado como ley en 1994, México bajó el límite mucho más de lo que los Estados Unidos tuvo que bajarlo.
Los aranceles varían según el producto, desde aguacates hasta automóviles. Y el órgano rector del comercio mundial, la Organización Mundial del Comercio (OMC), tiene normas diferentes para países avanzados, como Estados Unidos, frente a países en desarrollo, como México.
Según el derecho internacional, México podría imponer aranceles de hasta 35% a la gran mayoría de las exportaciones estadounidenses si así lo deseara sin un acuerdo del TLCAN. Estados Unidos solo podría elevar los aranceles a las importaciones mexicanas a alrededor de 4%.
Por supuesto, esto supone que el gobierno de Trump obedezca las leyes de la OMC. En marzo, el equipo comercial de Trump declaró que Estados Unidos no necesariamente cambiaría las leyes si un panel de la OMC fallaba en contra de una ley comercial estadounidense.
“Incluso si un panel de resolución de disputas de la OMC (…) fallara contra Estados Unidos, tal decisión no conduce automáticamente a un cambio en la ley o la práctica de Estados Unidos”, según la oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos, una unidad del Poder Ejecutivo.
Dicho esto, el gobierno de Trump ha relajado su retórica sobre el TLCAN en las últimas semanas. El secretario de Comercio, Wilbur Ross, incluso expresó tanto optimismo sobre llegar a un nuevo acuerdo —en oposición a una retirada— que sus comentarios impulsaron el valor del peso mexicano durante un día. Por ahora, un retiro del acuerdo parece remoto.
Fuente: Expansión