Frente al shock proteccionista de Donald Trump, México acelera sus negociaciones de libre comercio con Europa y vuelve la mirada a Asia, pero reducir su dependencia de Estados Unidos, el mayor mercado mundial, será un enorme desafío.
El gobierno mexicano entró en acción esta semana y asegura estar listo para sacar provecho de sus decenas de tratados comerciales firmados alrededor del planeta. Sin embargo, expertos aseguran que no será sencillo lograr la urgente diversificación.
Este miércoles, México anunció un acuerdo para acelerar negociaciones con la Unión Europea y modernizar su acuerdo comercial vigente desde 2000 -y que tuvo intercambios por 53,000 millones de euros en 2015-, así como su intención de negociar un tratado de libre comercio con Reino Unido, apenas logre salir del bloque continental.
Además, confirmó el inicio un periodo de 90 días de consultas con el sector privado, legisladores y autoridades locales para definir los términos de la renegociación el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Cumplido este proceso, que se realizará simultáneamente en Estados Unidos y Canadá, los socios se sentarían a la mesa a inicios de mayo, según estimó el ministro de Economía, Ildefonso Guajardo, quien, como Trump, dijo que su país podría salir del TLCAN si no obtiene un buen acuerdo.
“Está bien que México voltee a ver hacia otras partes, sin embargo, yo no daría por muerto el TLCAN”, dijo Gabriela Siller, directora de análisis de Banco BASE.
La clave, según la especialista, está en aprovechar este impasse para ampliar la participación de México en el mercado global, buscando opciones que no solo incluyan el intercambio comercial sino también servicios como el turismo, así como la atracción de inversión extranjera directa de países como China, Japón o Corea del Sur.
“Sería poco inteligente no empezarlas a explorar… pero eso dependerá de qué tan hábiles son las negociaciones del gobierno mexicano y qué tan rápido se pudieran hacer”, afirmó.
MIRAR AL ORIENTE
Ante la emergencia, los llamados a mirar a China como nuevo gran socio se perfilan como una jugada maestra pues no solo podría equiparar el tamaño del mercado estadounidense sino devolverle el golpe a Washington.
Este miércoles, tras anunciar una alianza de inversión por más de 200 millones de dólares entre la fabricante de autos china JAC Motors y la mexicana Giant, el gobernador estatal de Hidalgo, Omar Fayad, trazó la estrategia: “Cuando no puedes ver solamente hacia el norte, pues puedes ver al oriente”.
China ya es el segundo mayor socio comercial de México, con negocios por 75,000 millones de dólares en 2015 pese a no contar con un TLC, pero esto ha ocurrido, muy a su pesar, a razón de 14 a uno, con México importando 14 veces más de lo que exporta.
“Si fuera un partido de futbol, pues nos golearon y feo”, afirma Enrique Dussel, coordinador del Centro de Estudios China-México de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El académico dijo ser “escéptico y cauteloso” ante la idea de convertir a China en el gran factor de diversificación comercial e inversión, sobre todo porque la relación ha sido “sumamente tensa”, con inversiones fallidas y disputas en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en sectores como textiles, acero y juguetes.
Y esto a pesar de que en 2013, durante la visita del líder chino Xi Jinping a México, se estableció una asociación estratégica integral. “Ninguno de los dos países ha sabido concretar eso… China requiere dedicación, requiere comprensión”, sentencia Dussel.
UN HÁBITO DIFÍCIL DE ROMPER
En menos de dos semanas como presidente de Estados Unidos, Trump ha puesto en peligro el sitial de México como proveedor privilegiado del principal mercado mundial, una situación a la que el país latinoamericano se habituó muy naturalmente.
“Llevamos muchos años hablando de diversificar el comercio exterior de México y no es sencillo “, explica Manuel Molano, director adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Para el economista, el enorme peso económico de la potencia mundial y su estratégica vecindad, han determinado que la economía mexicana orbite alrededor de ésta.
México envía alrededor de 80% de sus exportaciones a la unión americana, en su mayoría manufacturas compuestas por hasta 40% de insumos fabricados en Estados Unidos, lo que revela la fuerte complementariedad de sus industrias nacionales.
Esta característica plantea retos mayúsculos y explica la inercia del sector exportador mexicano, que desde la entrada en vigencia del TLCAN en 1994 se concentró de forma casi exclusiva y creciente en atender las demandas de sus clientes estadounidenses.
De 1993 a 2015 el comercio con Estados Unidos pasó de 88,200 a unos 500,000 millones de dólares anuales, un salto de 462%.
Para Molano, que México logre encontrar nuevos proveedores que suplan su cadena industrial en lugar de Estados Unidos no sería el mayor de los problemas pues ya sean chinos, alemanes o japoneses, éstos son veloces para atender esta clase de demanda.
“El problema es que -digamos que el señor Trump impone aranceles a las importaciones desde México-, mientras peleamos en la OMC vamos a tener una interrupción en nuestras exportaciones a nuestro principal mercado”, concluyó.
Fuente: Expansión