A partir del 2012, precisamente el 30-01-2012, el Gobierno de la República Argentina instauró un nuevo ordenamiento y nuevas normas aplicables para el acceso al mercado local de cambios para el pago de importaciones argentinas de bienes. Pero, ¿Por qué?
Argentina busca darle competitividad a su mercado local, hace varios años que viene trabajando en ese aspecto, la gestión actual parece utilizar una vieja receta, la “Sustitución de importaciones”, este modelo económico adoptado en el territorio Latinoamericano y en otros países en desarrollo con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial parece ser lo que más se adapta a las nuevas medidas.
Sustitución de Importaciones, gran enemigo del Comercio Internacional
¿Qué es la Sustitución de Importaciones? Es el proceso por el cual aquellos bienes que antes importaba el país, pasan a ser producidos internamente. En la teoría parece sencillo, obviamente, no lo es, es utópico pensar que un país puede sustituir todas sus importaciones, pero restringiendo en cierto grado las mismas, se puede obligar a los antes importadores, ahora, a demandar en el mercado interno.
Con esta clara idea en mente, el Gobierno aplica un nuevo régimen, instaura una serie de documentos pre-importación que tienen como objetivo restringir el acceso a la compra de divisas para girar al exterior. El primero de ellos es la “DJAI” (Declaración Jurada Anticipada de Importación). ¿Qué es esto?, es simple… Los importadores, en forma previa a la emisión de la famosa “Orden de Compra” deberán producir cierta información para poder solicitar un futuro pago al exterior por la compra de bienes, queda en claro que si no obtienen el permiso para efectuar el pago al exterior no van a poder concretar la operación. ¿Quiénes podrán solicitar un pago al exterior? Aquellas empresas que hayan obtenido la “DJAI” en estado de “SALIDA”, cuestión que no es del todo sencilla, ya que al solicitar la aprobación de tal documento, el ente público encargado hace un análisis de la situación de la empresa. A este documento se le agregaron dos más, la “DAPE” (Declaración anticipada de pagos al exterior), con la cual se traban completamente los pagos anticipados de importaciones, y la “DJAS” (Declaración Jurada Anticipada de Servicios), la que genera una complicación muy grande para realizar giro de divisas por servicios realizados en Argentina. Todo lleva a un mismo punto, estas “Declaraciones”, estos documentos, deben ser aprobados por un ente público llamado “AFIP” (Administración General de Ingresos Públicos), el cual intenta restringir y postergar la aprobación de tales Declaraciones, con el último fin de generar menos fuga de divisas y a la vez que se importe en menor cantidad.
Claramente esto no es una buena noticia para el Comercio Internacional. La restricción de importaciones genera una cadena de situaciones bastante particular. Dirigiéndonos a la situación en sí, el que necesita importar para seguir produciendo, va a seguir importando, solo que va a tener que trabajar bastante más. Las Declaraciones Juradas, básicamente, van a ser aprobadas si el Importador equilibra su Balanza Comercial, es decir, si importa lo mismo que exporta, ese es el criterio que usa el gobierno para “Aprobarte las Declaraciones”, si tienes una Balanza desfavorable, nunca vas a obtener la Declaración en estado de “SALIDA”, por lo tanto nunca vas a poder girar divisas al exterior, y no vas a poder importar.
Estas restricciones generaron que las empresas busquen otras salidas, al generarse el problema de tener que equilibrar la Balanza Comercial, muchos importadores empezaron a tener que exportar en igual medida. El problema surge en aquellas empresas (la gran mayoría) que importaban mucho más de lo que exportaban. Para esto se encontró una solución, las empresas empezaron a exportar cualquier tipo de bienes, ¿Cómo cualquier tipo de bienes?, si, cualquier tipo de bienes!… Las empresas para equilibrar la balanza empezaron a exportar mercadería que no tenía nada que ver con su rubro, he presenciado como una Pyme que se ocupaba de la venta de insumos informáticos tuvo que salir al mercado a exportar Arroz. Si, Arroz… Esto es totalmente entendible, la empresa que necesita importar para poder producir, va a importar, tiene que importar. El régimen actual genera que aquellas empresas que tienen cierto grado de “elección”, elijan el mercado local para su compra por sobre el mercado internacional, pero aquellas que no lo tienen deben recurrir a este tipo de acciones. El estandarte de la “Sustitución de Importaciones” es la restricción al DÓLAR, si te cuesta conseguir divisas, te va a costar importar… Bajo esta idea, el gobierno fue trabando la compra de Dólares, primero generando complicaciones burocráticas (DJAI, DAPE, DJAS) para las empresas (que son las que mayor caudal de dólares giran). Un tiempo después de estas acciones, las empresas empezaron a comprar dólares para tenencia, y luego los utilizaban para las operaciones. Cuando se empezó a evidenciar la compra de dólares bajo esta modalidad, el gobierno decidió restringir la misma, sacando una comunicación del BCRA (Banco Central de la República Argentina), en el cual se suspendía, provisoriamente, la compra de dólares para tenencia.
Toda esta cadena de situaciones que empezó con la idea de una “Sustitución de Importaciones”, llevo a que el ciudadano común no pueda comprar dólares.
Laboralmente hablando, estas medidas, no generaron desempleo, ni nada parecido, es más, los sectores de Compras/Importaciones de las empresas comenzaron a necesitar más personal, ya que los problemas burocráticos se iban acrecentando. Si bien las operaciones cayeron y se estabilizo la Balanza Comercial a nivel país, queda mucho por trabajar, en Mayo del 2013 (este mes), Argentina importo por 33 millones, mientras que exporto por solo 11 millones, hace 1 año atrás la brecha era bastante mayor.
Si bien la medida en su origen siempre tuvo una idea coherente, la pregunta que queda latente es ¿fue la mejor forma de implementarla?
La restricción del dólar (divisa por excelencia) causo muchísima repercusión en Argentina. El argentino promedio está acostumbrado a ahorrar en dólares. El argentino promedio no confía en el valor del peso, y siempre se dirige al dólar. Décadas de incertidumbre y grandes huecos políticos generaron miedo. La herida del Corralito Argentino del 2001 sigue fresca, y el ciudadano común le tiene miedo a su propia moneda. Índices de inflación comunes en Argentina repercuten directamente en los ahorros del ciudadano, generando hasta hace 2 años que estos se volcaran al dólar para ahorrar.
La pregunta nuevamente queda latente…
¿En un país con tanta dependencia del dólar para el ciudadano común, la “Sustitución de Importaciones”, bajo el estandarte de la “Restricción a la compra de divisas”, fue la mejor medida?
Fuente: Internacionalmente