El presidente Donald Trump cumplió su promesa y firmó ayer un decreto para retirar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico, un acuerdo con once países de la cuenca del Pacífico promovido por su antecesor, el demócrata Barack Obama.
A la par Trump va ahora con México y Canadá por la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés).
Ante el amago del nuevo presidente de Estados Unidos, el de México, Enrique Peña Nieto, dijo que en el trato con el nuevo Gobierno no habrá “confrontación ni sumisión”.
“La solución es el diálogo y la negociación”, agregó.
“México no cree en los muros”, enfatizó Peña Nieto, que se reunirá con su homólogo estadounidense el 31 de enero.
Por su parte Canadá dio a conocer que su equipo negociador irá por la libre y no formará equipo con los mexicanos.
El canciller Luis Videgaray, uno de los emisarios de Peña junto al secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, dijo ayer que México se sentará con mucha confianza en la mesa de discusión sobre el TLC.
“México es indispensable para Estados Unidos”, dijo el secretario de Exteriores.
Videgaray recordó que varias entidades de Estados Unidos, incluso algunas que dieron la victoria a Trump en noviembre, dependen de las exportaciones al sur.
El canciller aseguró que más de 1.2 millones de empleos en California, Texas, Indiana y Wisconsin están vinculados a las exportaciones a México.
El Gobierno mexicano anunció un decálogo de objetivos para la negociación con Trump.
Los emisarios, los secretarios de Relaciones Exteriores y de Economía, exigirán a Estados Unidos respetar los derechos humanos de los mexicanos indocumentados.
También se pedirá a la contraparte “no dificultar” el libre flujo de remesas.
En la misma sesión de ayer, el presidente Donald Trump firmó otra orden que congela las nuevas contrataciones en la administración federal, excepto en las fuerzas armadas.
Las órdenes ejecutivas son una manera rápida de impulsar la agenda y desmantelar el legado del presidente anterior sin la necesidad de pasar por el Congreso.
A 23 años del TLC
El TLCAN, que une México, Estados Unidos y Canadá en una sola área comercial, se aprobó en 1994 con el demócrata Bill Clinton, esposo de Hillary Clinton, en la Casa Blanca.
Trump no se retirará del acuerdo, por ahora, sino que quiere renegociarlo. El TPP, negociado por la Administración del antecesor de Trump, el demócrata Barack Obama, afrontaba una dura oposición en el Congreso, que debía ratificarlo.
Obama veía el TPP como una pieza central en su estrategia asiática con China, país que no participaba en el tratado.
Ahora, las primeras decisiones de Trump marcan una ruptura con la política de Washington en las últimas décadas.
Estados Unidos ha impulsado la apertura de los mercados mundiales desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y ha sido uno de los máximos beneficiarios.
Critican retirada de EU
Trump rompe hoy con uno de los dogmas de su partido, el republicano, que durante décadas ha llevado el estandarte de la economía de libre mercado y del libre comercio.
El nuevo presidente, un magnate neoyorquino ajeno a la política hasta hace poco, ha transformado el partido de Lincoln y Reagan.
El senador John McCain, que fue candidato a la presidencia en 2008 y es uno de los republicanos más críticos con el presidente, dijo en un comunicado que la retirada del TPP es “un error grave que tendrá consecuencias duraderas para la economía americana y para posición estratégica (de EU) en la región de Asia-Pacífico”.
La decisión de Trump, añadió, “creará un espacio para que China reescriba las normas económicas a expensas de los trabajadores americanos, y enviará una señal preocupante sobre el repliegue americano en la región de Asia-Pacífico en el momento en que menos podemos permitírnoslo”.
La globalización ha dejado damnificados, también en Estados Unidos, con el cierre y traslado de empresas a países con mano de obra más barata como México o China.
El libre comercio no ha sido el único responsable, ni seguramente el principal. La robotización explica en gran parte la pérdida de empleos industriales.
Las regiones más golpeadas por este fenómeno, en el Medio Oeste, fueron clave en la victoria de Trump.
El candidato republicano conectó con un sector del electorado, la clase obrera blanca, que se sentía desprotegida por los dos grandes partidos.
Los demócratas, históricamente proteccionistas y aliados de los sindicatos y la clase obrera, se convirtieron en los años noventa, con la firma de TLC, en defensores del libre comercio.
El presidente Donald Trump insistió en su visión de que el TLCAN debe seguir con vida permitiendo el comercio sin aranceles entre Estados Unidos, Canadá y México.
El acuerdo, sin embargo, debe ser ampliado para incluir los sectores de telecomunicaciones, energía y de comercio electrónico.
Fuente: El Diario MX