La decisión de comenzar a exportar debe ser una decisión meditada y consciente, supone una inversión de recursos tanto económicos como personales, que suele tener un retorno lento.
¿Estamos preparados? ¿Queremos y podemos? Para ello primero es necesario realizar un diagnóstico de la empresa, por ejemplo un análisis FODA.
La realización de un diagnóstico de exportación nos va a ayudar a conocer como se encuentra la empresa para afrontar la exportación, teniendo en cuenta las características, adaptabilidad de su producto, sus recursos, su aptitud, motivación y dedicación del equipo directivo, e incluso su capacidad económica para afrontar los gastos necesarios para exportar.
Dentro de este diagnóstico evaluar si nuestro producto es necesario y apto para exportar. Llevar una marca o producto a nuevos mercados no siempre es tarea fácil. Las costumbres y necesidades del público no siempre son las mismas. La realización de un estudio de mercados es lo más adecuado para crear una buena estrategia de comercialización.
Asimismo, debemos saber que barreras no arancelarias afectaran a nuestro producto. Durante siglos el comercio internacional se realizó por medio de controles en las fronteras, en su mayoría de tipo arancelario, fundamentalmente pagos monetarios y otros tipos de imposiciones que variaban en función del tipo y valor de la mercancía, volumen, etc. La creciente globalización y libre circulación de producto, servicios o capitales implican acuerdos que afectan a las reglas de juego comercial tradicional, como la eliminación o reducción de los derechos de aduana.
Ante dificultades económicas y sociales numerosos países, no pudiendo recurrir a los derechos de aduana para defender sus mercados internos, aprovechan la reglamentación y la normativa técnica en el ámbito nacional para poner dificultades a los productos de otros orígenes que no la cumplieran.
Por lo tanto, una empresa que desee enviar sus productos a los mercados internacionales, debe tener en cuenta que en la mayoría de los casos requiere de adaptaciones. Por ejemplo, las empresas como McDonalds o Coca Cola han tenido que agregar un sabor a su lista de sabores, como también minimizar el nivel de azúcar, ya que la legislación de algunos países permite niveles bajos de azúcar en las bebidas.
En concepto, un producto no solo tiene que variar según la legislación y costumbres del país, sino también en cuanto a las necesidades. Puede verse el caso también que un producto pueda cambiar de envase o color para tener mayor aceptación y no esté relacionado a un tema político o religioso.
Fuente: Diario del Exportador