Para un país con una economía tan abierta al intercambio comercial (exportaciones e importaciones) como lo es la de México, el tipo de cambio es crucial para una sana relación comercial entre países.
El mercado cambiario o de divisas es el tipo de mercado en el que se negocian las distintas monedas extranjeras, y está constituido por una gran cantidad de personas (inversionistas, operadores, entre otros) alrededor del mundo. En éste, se compran y venden monedas de distintas naciones, permitiendo así la realización de cualquier transacción internacional.
Los principales participantes son instituciones financieras como bancos comerciales, casas de cambio y las bolsas organizadas de comercio o de valores. Un banco central también puede participar como comprador y vendedor de divisas al mayoreo.
Los mercados de divisas facilitan el comercio internacional ya que permiten la transferencia del poder de compra de una moneda a otra, por lo anterior, los agentes de un país pueden realizar ventas, compras y otros tipos de negocios con los agentes de otras naciones.
México forma parte del mercado internacional de divisas, y la mayor parte de las operaciones se realizan en el mercado peso-dólar, ya que la actividad en mercados de otras divisas es muy baja. Es importante destacar que este mercado está descentralizado, ya que se pueden realizar operaciones con el peso mexicano en cualquier mercado del mundo donde se ofrezca el tipo de cambio. El mercado de divisas mexicano opera las 24 horas del día y todas las operaciones al mayoreo se realizan de manera electrónica.
Las dos principales funciones que cumple un mercado cambiario son:
1) Convertir la moneda de un país, en la moneda de otro.
2) Ofrece una mayor cobertura contra el riesgo cambiario.
En este sentido, los bancos comerciales y las casas de cambio son los intermediarios más importantes en el mercado cambiario en México. Los bancos comerciales nacionales, al igual que sus contrapartes extranjeras, cuentan con una central de cambios, donde los operadores compran y venden divisas en el mercado interbancario por cuenta propia y para sus principales clientes e inversionistas.
México lleva varios años con un tipo de cambio flotante con un grado de intervención del Banco de México, teniendo presente que en el régimen fijo la moneda se revalúa o evalúa mientras que en el régimen flexible o flotante la moneda se aprecia o deprecia. La modificación del tipo de cambio fijo al flotante ha permitido que la demanda y oferta sean los factores decisivos de la paridad1.
En nuestro país existen muchos establecimientos (bancos comerciales, casas de cambio, casas de bolsa y centros turísticos) que comercian divisas y cada uno de ellos fija un precio de compra y venta que depende de la oferta y demanda. El precio al cual compran divisas siempre será menor que el precio de venta. Esta diferencia se debe a que las instituciones que operan en el mercado cambiario no suelen cobrar comisiones por las ganancias de sus clientes, sino que ganan con la diferencia entre los precios de compra y venta. Se pueden publicar diferentes tipos de cambio dependiendo del momento en que se pacta la transacción, la fecha de su liquidación, el lugar donde se calcula, el monto y el plazo.
Aunque hay una variedad de regímenes cambiarios, los dos más conocidos son el tipo de cambio (TdeC) fijo y el tipo de cambio flexible o libre. En el primer caso, es necesario que el Banco Central tenga un acervo grande de reservas internacionales para poder distribuir moneda extranjera a un precio fijo a quien lo solicite. En el segundo, la paridad fluctúa dependiendo de la demanda y la oferta de divisas en un momento en el tiempo y, en teoría, no son necesarias reservas internacionales. En la media en que un país sea superavitario en divisas, el TdeC tenderá a revaluarse y viceversa.
En el caso de México, por mucho, la paridad más importante que existe es la del peso (MXN) con respecto al dólar americano (USD), por la enorme relación de intercambio comercial que existe con EU. Pero hay paridades para el Euro, la libra esterlina, el real brasileño o cualquier otra moneda de curso legal en el mundo.
Para un país con una economía tan abierta al intercambio comercial (exportaciones e importaciones) como lo es la de México, el tipo de cambio es crucial para una sana relación comercial entre países.
En México, existe un régimen cambiario flexible desde el 22 diciembre de 1994 (el 21 se abandonó el régimen de desliz cambiario lo que efectivamente provocó una importante devaluación), después de experimentar con regímenes fijos (1954-1976) y otros mixtos como la flotación controlada y otros. El régimen flexible ha sido muy útil para estabilizar la economía mexicana en periodos de alta incertidumbre y quitar presión a variables como las tasas de interés y la política fiscal.
En otras palabras, nuestro régimen cambiario ha ayudado, entre otras cosas, a que México sea considerado un país con muy buena administración macroeconómica y promotor de la libertad comercial, sin propensión a intervención artificial cuando los mercados funcionan correctamente y con liquidez suficiente, como es el caso de México.
En términos más mundanos, la influencia más importante de cualquier tipo de cambio es cuando hay una transacción comercial que requiera moneda extranjera, por ejemplo dólares. Si somos un consumidor de bienes importados o un importador de materia prima, nos conviene un tipo de cambio fuerte para que con menos pesos podamos conseguir los dólares necesarios para adquirir el bien importado. Es el mismo caso del turista que viaja a EU, los pesos rinden más si el dólar está a 12.50 pesos que si está 13.50 pesos. Alternativamente, si somos un exportador de bienes hacia EU o un hotelero en el país, nos convendrá un tipo de cambio más débil para que nuestro producto –aguacates o sol y playa– sea más atractivo para el consumidor foráneo.
En resumen a los exportadores y otros receptores de divisas les conviene un dólar débil, porque reciben más pesos y a los importadores y otros usuarios de divisas les conviene un tipo de cambio más fuerte. En el primer caso la industria de manufacturas, típicamente exportadora, tendrá mejores márgenes en pesos y en el segundo el consumidor local tendrá mejor acceso a viajes fuera del país y a productos extranjeros.
Al final del día, México se fortalecerá en la medida en que se mejore la productividad y competitividad atrayendo divisas al país, es decir, promoviendo demanda extranjera por productos nacionales e inversiones en proyectos locales y en la medida en que entren más dólares de los que salgan, habrá una tendencia apreciatoria del peso. Si sucede lo contrario y hay más salidas de USD que entradas, la tendencia será devaluatoria. En las cuentas nacionales esto se mide en la Balanza de Pagos, que se compone por la balanza de cuenta corriente (balanza comercial de bienes y servicios) y balanza de capitales (que mide la entrada y salida de inversiones). El saldo de la balanza de pagos en un determinado año es la variación en reservas internacionales.
Fuente: Forbes